Más de un centenar de artistas se citaron del jueves al sábado en la cuarta edición de Transferencias.design, cita para reivindicar la capacidad del diseño estratégico como herramienta de innovación. Uno de sus invitados, Pepe Cruz Novillo, finalmente no pudo asistir por motivos de salud y delegó en su hijo la comparecencia. La Opinión de Málaga charló con el icónico diseñador días antes.

Desde muy pequeño se ha interesado por el arte. ¿De dónde le vino el interés por él?

Creo que en todo artista hay algo innato: desde niño ya me pasaba el día dibujando, y pintando los paisajes de mi Cuenca natal. Más tarde me apunté a la Escuela de Artes y Oficios de Cuenca y seguí estudiando en Motilla del Palancar, con profesores que fueron determinantes para consolidar mi vocación.

A lo largo de su vida ha sido el autor de distintos logotipos, como el de El Mundo, los billetes del Banco de España, Correos; Repsol, ONCE, Diario 16, etc... ¿De dónde le viene la inspiración?

La inspiración existe, sin duda, pero el diseño de identidad corporativa tiene unos fundamentos muy técnicos que hay que conocer bien para que el resultado del trabajo sea óptimo. Pero, en efecto, eso no basta. Me gustaría pensar que en mis mejores trabajos hay también un componente poético.

¿Cuál ha sido el logotipo más difícil?

Me costaría decirlo. Seguramente sería aquel en el que la relación con el cliente fue más difícil. Estoy convencido de que la calidad de un trabajo de diseño viene determinada en primer lugar por la calidad del propio encargo, por lo que puede haber trabajos de gran tamaño que discurren fluidamente y otros más pequeños llenos de dificultades. Es cierto que siento una especial responsabilidad cuando recibo encargos de las administraciones públicas, como el del diseño de identidad institucional del Gobierno de España, aún no implantado.

Además, durante su trayectoria profesional ha sido el autor de varios carteles de películas como Barrio, Los Lunes al Sol, El Sur o Pascual Duarte. ¿Disfruta más diseñando carteles o logotipos?

Son encargos muy diferentes, y disfruto muchísimo en ambos casos. Aunque mi producción de carteles es bastante numerosa, unas 80 películas desde hace más de 50 años, lo cierto es que siempre me han ocupado no más de dos semanas de trabajo al año. Y casi siempre en verano, cuando interrumpía mis vacaciones para venir a hablar con los productores (sobre todo con Elías Querejeta) sobre sus proyectos. El cartel de cine tiene la peculiaridad de que es para siempre, una gran responsabilidad que exige mucha concentración para dar con esa idea que pueda expresar el alma de una película en un papel de 100 x 70 centímetros.

¿Existe algún elemento que haga reconocibles sus cientos de proyectos ahora que puede contemplarlos juntos?

Posiblemente sí. La editorial inglesa Counter-Print ha publicado recientemente un libro dedicado a mi trabajo como diseñador de marcas, titulado Cruz Novillo. Logos. Contiene más de 300 signos para compañías de muy distintos sectores y tamaños, que comparten una serie de características gráficas que tienen que ver con mi convencimiento de que una marca debe ser potente, significante, clara, casi siempre figurativa, fácilmente reproducible incluso a muy pequeño tamaño… En definitiva: significante. Sin embargo, en mi trabajo como cartelista, dibujante o diseñador de producto está menos presente lo que podríamos denominar estilo, aunque sí me gustaría pensar que son trabajos coherentes cuando se observan en conjunto.

¿Que le aportó ser el presidente de la Asociación Española de Profesionales del Diseño?

Ante todo fue un honor que mis compañeros decidieran confiar en mí para dirigir una asociación que trataba de defender los intereses de la profesión. Creo que entre todos conseguimos que el diseño empezara a ser tenido en cuenta por las administraciones y la ciudadanía, una labor que se sigue haciendo desde las múltiples asociaciones de toda España con mucho mérito y no sin dificultades.

¿Qué supone haber ganado una Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes?

Me hizo mucha ilusión. Recuerdo con emoción el acto de entrega de la misma, rodeado de personas por las que siento gran admiración.

En muchas ocasiones miramos sólo los premios profesionales que le han llevado hasta donde está pero, ¿qué me dice de la satisfacción personal?

Me temo que los creadores somos unos eternos insatisfechos; seguramente es una especie de vacuna contra la autocomplacencia. Pese a llevar tantos años trabajando, con momentos mejores y peores, no soy melancólico y quiero pensar que lo mejor está por llegar. En cuanto a los premios, siempre me han hecho muchísima ilusión, son un estímulo para seguir adelante.

En 2007 fundó junto a su hijo el estudio Cruz más Cruz. ¿Un sueño hecho realidad?

Mi hijo Pepe es arquitecto, o mejor dicho, se hizo arquitecto para ser diseñador. Me encanta trabajar con él dirigiendo a nuestro equipo en Cruz más Cruz, lo pasamos muy bien intentando sacar adelante proyectos muy distintos. Por ejemplo, estas semanas hemos estado ocupados preparando mi participación en la feria ARCO como artista del stand de El Mundo y de la Galería Fernando Pradilla.

Si no se hubiera sido diseñador, ¿A qué se hubiera dedicado?

Me interesa mucho la literatura, especialmente la poesía.

¿Le han dicho alguna vez que una creación no era lo suficientemente buena?

Creo que he sido afortunado, no recuerdo ninguna crítica demoledora. Además, hay que tener un profundo respeto por las opiniones de los clientes, que conocen su negocio mejor que nadie. Se trata de remar entre todos en la misma dirección, respetando la profesionalidad de todo el mundo implicado en un proceso a veces muy complejo.

Los artistas ponen el alma en sus creaciones. ¿Es posible plasmar en un logotipo tan pequeño lo que el autor lleva por dentro?

En primer lugar, habría que ver si el diseño es arte... Un viejo debate que me ha interesado mucho desde siempre. Y en segundo lugar, no se trata tanto de plasmar al autor sino de concentrar en muy pocos centímetros cuadrados la mayor cantidad de atributos posible.

Respecto a los logotipos de empresas, medios de comunicación... ¿Qué tanto de importante son visualmente para la imagen del consumidor?

En mi opinión, la importancia es radical. No conozco ninguna empresa u organismo que haya conseguido tener una buena identidad sin tener una buena identidad gráfica. Y viceversa: las dificultades para construir una marca apoyada en una mala identidad visual son insalvables. No me pida ejemplos…

Actualmente, ¿Hay alguna empresa a la que le cambiaría la imagen?

Creo que todos los diseñadores soñamos con recibir una llamada de El Corte Inglés.

¿Qué cambiaría del mundo del diseño gráfico?

Pues seguramente la palabra gráfico. Me gusta hablar de diseño, sin adjetivos.

¿Qué se debería enseñar en las escuelas de diseño y no se enseña?

Hace tiempo dije: «El diseño no se puede enseñar, pero se puede aprender». Tiene algo de provocador, pues tanto mi hijo Pepe como yo mismo damos clases en la universidad.

En una sociedad donde todo se consume tan rápido, donde todo el mundo se cansa de todo tan rápido. ¿Es el arte un privilegiado por permanecer en el tiempo y en la memoria de todos?

Creo que sí. La ventaja del arte es que además lleva el concepto calidad implícito. No se puede ser mal artista, como no se puede ser mal poeta, pues entonces ni se es artista ni se es poeta.

¿Cuál es la crítica más importante que se le puede hacer a un artista?

La propia existencia de una crítica es una bendición, pues significa que tu trabajo ha sido tenido en cuenta. Y si además es buena…

¿Considera que el arte es totalmente subjetivo?

Sí, porque parte de personas distintas entre sí llamadas artistas.

¿Es el arte un camino de aprendizaje continuo?

Yo no lo concibo de otra manera, pero es mi opinión subjetiva.

¿Qué le diría al arte del futuro?

Quiero pensar que, en algún sentido, voy a formar parte de él. Una de las obras que voy a mostrar en ARCO, el Diafragma dodecafónico 8.916.100.448.256, opus 14, tiene una duración de 3.390.410 años. Invito a todos sus lectores a que visiten la obra en su página web: www.cruznovilloopus14.com.