Storytelling. Cuéntame algo que me interese

Tengo que empezar diciendo que me siento muy identificado con la frase, «lo que no son cuentas, son cuentos». Es decir, que cuando se trata de temas profesionales o empresariales, tratar de edulcorar o adornar una situación a base de historias, me parece una sutil forma de manipulación. Supongo que por eso estudié Química y no Literatura.

Así que, toda esa repentina obsesión por el «Storytelling», creo que trata de influir sustituyendo lo objetivo y tangible por lo emocional. Que esto ocurra no es extraño en un mundo tan blandito y tan «sensible» como el que nos ha tocado vivir. Una foto (especialmente si salen niños o animales) o una historia de superación (auténtica o no) parece tener más efecto que un análisis realista y completo de los hechos.

No desprecio el valor de las buenas historias, disfruto una buena novela, pero no me da buen rollo el que alguien trate de venderme la moto tocando teclas emocionales que sabe que funcionan o convirtiendo la anécdota en categoría, lo particular en general.

Las historias funcionan

Dicho esto, tengo que aceptar que una historia, cuento o anécdota bien contada puede producir un gran efecto. Como cualquier herramienta, todo va a depender del uso que hagas de ella. Pero si estás en el lado del que escucha, debes estar alertado para que el encantamiento no te deje fuera de juego.

Las historias no se escuchan únicamente alrededor de una hoguera de campamento (por cierto, esto de la hoguera me suena a historia de peli americana de niños comiendo nubes de azúcar). Hoy todos los usuarios de Redes Sociales tratan de contar su propia historia.

Fotos, texto, vídeos, emoticonos,… todo eso forma parte de la narración que queremos crear en Facebook, Instagram o incluso LinkedIn. El problema viene cuando poco a poco se va escorando hacia la ficción o incluso, en algunos casos, hacia la ciencia ficción.

Las historias te hacen humano (y cercano)

Hay muchísima literatura sobre la construcción de historias. Desde los diferentes tipos de vicisitudes que le pueden ocurrir al héroe hasta los arquetipos de personajes que pueden aparecer. Y esto se puede aplicar a empresas, personas o productos.

Lo interesante de las historias frente a un Currículo o una Cuenta de resultados es que no es una foto fija sino que describen un proceso.

No es lo mismo que me pongas en tu CV que apenas tienes experiencia que el que me cuentes que, aunque eres muy joven, has sido capaz de recorrer Europa ganando dinero en invierno dando clases particulares o descargando camiones en un polígono industrial cerca de tu casa.


Por eso es importante que encuentres y utilices los canales disponibles para contar esas historias que explican por qué eres como eres. Incluso una foto en Instagram con un texto adecuado puede ser muy persuasivo.

Las historias complementan

El Storytelling está incluido en el Módulo de Propagación.

Creo que parte de mis dudas sobre el uso del «storytelling» se disiparían si considerásemos a las historias como elementos accesorios, complementarios. El problema surge cuando son lo único que nos cuentan.

Por ejemplo, en el mundo de la literatura del pensamiento positivo (y de gran parte del cine de Disney), nos cuentan historias motivadoras de alguien que lo pasó fatal y que acabó triunfando de forma espectacular. Y eso, bien narrado, eleva el espíritu de cualquiera. Del mismo modo que yo salgo de ver Los Mercenarios con ganas de disparar misiles a los malos (aunque al rato se me pasa).

Lo que no nos cuentan son algunos aspectos circunstanciales, que quizás influyeron en ese éxito que posiblemente sería imposible de repetir. Y, todavía más grave, no nos recuerdan el infinitamente mayor número de casos de personas en situaciones similares que no lo consiguieron o que acabaron peor de que antes.

Las historias son populistas

Dicen que el populismo es ofrecer soluciones sencillas a problemas complejos. Pues entonces el «Storytelling» es la cumbre del populismo. ¿Cuántos millones de ejemplares han vendido «¿Quién se ha llevado mi queso?«, «Fish«, «El caballero de la armadura oxidada» o la obra cumbre de este tipo de literatura «El Secreto«?

¿De verdad consideras que una historia absurda de ratones ha cambiado tu vida? Pues como suelo decir siempre, no sé que clase de vida tenías. ¿En serio crees que lo que ocurre en un mercado de pescado de Seattle es aplicable a tu mercería de Jaén? ¿Crees que en esta situación, va a irte mejor deseando con mucha fuerza que el Universo conspire para nosequemierda sólo porque un exconvicto de Ohio se ha hecho millonario?

Si, las buenas historias pueden cambiar vidas y trayectorias profesionales, pero creo que estas están en la buena literatura, en los clásicos y no en esa versión rápida y de bajo coste más parecidas a un truco de magia mental o prestidigitación emocional que nos está invadiendo. Aunque, eso sí, hay que reconocer que funciona.

Definitivamente, «más datos y menos relatos».





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